Vida y muerte al filo del metrobús. Susana Bercovich

Perdida en las oleadas de lava volcánica, ligada al suelo, vibrante en la sangre india, hay en México la realidad mágica de una cultura que con facilidad puede encenderse nuevamente.

Antonin Artaud

El saber de las calles y de las experiencias superan cualquier teoría. El metrobús de la Ciudad de México es de los pocos en el mundo que portan una segregación de género. Algunas vivencias en sus vagones pueden ser aleccionadoras en cuanto al desmontaje de las figuras identitarias “mujer-víctima”/ “hombre-acosador”. Lo que aprendí del metrobús se reencuentra con lo que aprendí del psicoanálisis y de los transfeminismos: “Hombre” y “Mujer” son ficciones patriarcales realizadas. 

Este video quiere compartir mi experiencia de raza y género en el Metrobus. De ella concluyo que, aunque hablemos de “sororidad”, si subes al vagón de las mujeres no sales menos agredida que de haber subido al de los hombres. O puedes tener la sorpresa, en cualquier vagón, de un trato extraordinariamente amable. Ya no es posible pensar en términos de “nosotras” y “ellos”, algo que contribuye a la política de la segregación. 

A propósito de la segregación, en un taller donde relaté mi experiencia, alguien dijo:

  • Te trataron bien en el vagón de hombres porque eres blanca.

No lo había pensado, pero es muy posible. Allí está la madeja clase/raza/género, un mundo por pensar y desanudar con otr_s.