En la mitología griega Morfeo era el dios a quien le fue dada la capacidad de bajar del Olimpo, adquiriendo forma humana para darle mensajes a los mortales mientras ellos dormían plácidamente, de ahí que se dice que cuando alguien duerme “está en los brazos de Morfeo”, no porque esté durmiendo nada más, sino porque está soñando. Morfeo traía mensajes verdaderos, claros y emocionantes a los mortales pero solo si dormían, de otra manera no había posibilidad, pero un día Zeus, el máximo dios, se enteró que Morfeo andaba ventilando mensajes importantes de los dioses a los mortales, es decir, Morfeo por medio de los sueños les dotaba de conocimiento sobre algo, cosa que no le encantó a Zeus y lo echó. Los mortales al despertar de su largo y reparador sueño continuaban su vida, dotados de cierto conocimiento dado en el sueño. La vida onírica de cada sujeto es importante para la vida concreta, un poco para irla construyendo, ir averiguando y darle sentido, para investirla. Los sueños adquieren significado y son lugar de conocimiento sólo cuando el soñante desea saber al respecto. El sueño es un acto de resistencia en esta guerra, informa al soñador poniendo en riesgo su vida psíquica, bordeando las censuras y las prohibiciones. Aquí la línea de combate es la búsqueda de la verdad, porque el sueño desplaza radicalmente la pregunta. Hace señas por otras vías que las qué el soñador moviliza habitualmente en su vida: las razones que da a sus elecciones, sus deseos, sus temores. (Defourmantelle, 2020, 27).
Un sueño lúcido.
Dormida, entre sueños escuché que abrieron el portón del lugar donde vivo y entró una mujer joven con vestido de gala, acompañada y sostenida por un hombre vestido de gala también, del otro lado una mujer mayor vestida de gala, sosteniéndola del brazo. La mujer joven lloraba desconsoladamente, preguntándose a sí misma ¿Dónde había perdido su creatividad?, ¿por qué la había perdido? Mientras, se escuchaba que el hombre la trataba de tranquilizar diciéndole que todo estaría bien, que iban a recuperarla y que se tranquilizara. En cambio, la mujer mayor que iba con ella la regañaba y la culpaba de haber perdido su creatividad, le decía: “¡Te lo dije! La perdiste y ahora yo no sé cómo le vas a hacer, ¿donde la perdiste? Ni siquiera eso puedes recordar”.
Todo esto sucedía mientras avanzaban en las escaleras y en mi sueño recuerdo haber dicho: “Pobre mujer, que angustia lleva”. Esos gritos los escuché hasta que fueron desapareciendo al final del pasillo, cada vez más lejanos hasta que no se oyó más.
El sueño no terminó ahí. Por la mañana, como cualquier otro día me levanté a hacer lo propio y le dije a mi esposo: “Oye, ¿No escuchaste a la mujer que lloraba anoche? Entró con dos personas más, se escuchaba muy angustiada, iba yo a salir a la puerta a ver si necesitaba algo pero me quedé. Mi esposo me dijo extrañado: “¿Anoche? ¿Y por qué lloraba esa mujer?”
“Alcance a escuchar que lloraba porque había perdido algo, su creatividad, no sabía dónde la había dejado y la regañaban, había alguien que la consolaba.” Le dije.
Él extrañado dijo:“ No, no fue real lo que dices. Nadie lloraría por haber perdido su creatividad, solo tú.” En ese momento cayó una realidad, se rompió una burbuja, dejó de ser un sueño.
El genio espacial no tiene límites. Su traducción de tiempo en espacio es de una creatividad que a menudo desborda ampliamente las capacidades del soñador. Entonces hay que suponerle una inteligencia soberana. (Defourmantelle, 2020, 29). Aunque ya Freud decía en su texto sobre “La interpretación de los sueños” que estos venían siendo el cumplimiento de deseo del soñante y que en el caso de los niños también eran la mera realización de sus deseos y cumplimeto de sus necesidades, que en la realidad concreta siempre limitante no se pudieron llevar a cabo y fueron frustradas, quisiera plantear el sueño esta vez no solo como una formación del inconsciente a interpretar sino además pensarlo como una confección creativa y rico en fantasía, que en sí mismo, ya es una interpretación de la realidad, una respuesta creativa.
Ser creativo es poder traspasar los linderos de lo biológico y lo concreto, no tiene que ver con habilidades sino con tener la posibilidad de representar algo, subjetivar, de resignificar, es poner en juego algo, el propio conflicto, adquiriendo así una postura ante la vida, lo creativo como una manera de imponerse a las dificultades y angustias cotidianas. Ponderar la creatividad es un modo de resistencia frente a la demanda cotidiana de la época actual de consumismo y perfección, que produce sujetos acartonados y patologizados, depresivos, ansiosos, un sistema que patologiza a sus infancias y adolescencias. Es interesante cómo una época que habla de “salud mental”, produce este tipo de sujetos, desesperanzados, incapaces de hacer vínculos fuertes, encerrados en sus fantasmas, que se medican porque quedan de frente a la realidad atroz que descuartiza la fantasía, quedando así como sujetos de subjetivados, huecos, con pocas posibilidades de representación. Es que la fantasía permite pasar del mundo concreto al mundo subjetivo, es la que hace que en el juego el cochecito haga ruido, que los títeres hablen y que las acuarelas y las pinturas con el pincel puedan dibujar una casita, la flor, el arcoiris, ¡lo que quieras!. El sistema actual exige que las personas se adapten a todo -sujetos sin sujeto-, ”extra dirigidos””, y no ya “itra dirigidos” (Lopez Mondejar, 2022, 43). Sujetos alienados al sistema como parte de un engranaje, mientras los procesos creativos quedan atrofiados, a veces muertos, que dejan al sujeto sin vitalidad, imposibilitados de imaginar y crear, de crear ficcion. La capacidad de soñar e ilusionarse es jugar con el tiempo futuro que aún no existe, pero que se desea construir con más vitalidad, es la posibilidad de imaginar y proyectar el tiempo futuro en una utopía, de jugar con el por venir y esperanzarse. Soñar es importante para crear la vida todos los días.
Con frecuencia he escuchado usar la palabra “infantil” como despectiva, ante lo cual tengo una objeción, porque lo infantil no solo es el retorno de traumas y dolor, sino también donde se encuentran los recursos creativos cargados de fantasía y ludicidad, que abandonamos a cambio de “madurez”, los sujetos creen que crecer es dejar de crear y abandonan la creatividad, el juego, la experiencia infantil, bajo el engaño de adquirir “madurez”. Pero sin ludicidad, sin juego, sin creatividad, la vida se vuelve pesada, se va arrastrando, no nos volvemos maduros, sino duros y desorganizados, acomplejados, limitados para transitar los desafíos de la vida. El sujeto se vuelve uno más en el sistema, además quedando en una condición de objeto, un objeto de estudio, de subjetivado. Se cree que la creatividad es del mundo de los niños nada más, nada más limitante que eso, olvidamos que todos fuimos niños, por lo tanto la creatividad también es la resistencia a los estereotipos sociales y una vida rígida y sin inspiracion.
Tener la experiencia infantil es manejarse con espontaneidad, hacerse de la curiosidad y la inspiración, jugar con las posibilidades y malabarear con nuestras limitaciones y con lo imposible. Es también lo infantil lo que hace de guía para el descubrimiento de nuevas y vitales experiencias, también de recurrir al cuestionamiento como signo de humanización, el ¿por qué? como impulsor de ir en búsqueda. Las charlas más interesantes las he tenido con niños, ellos aún están dispuestos a cuestionarse cosas que el mundo adulto no, tienen una convicción por lo verdadero que para los adultos suele ser lastimoso muchas veces, juegan con las posibilidades y también con las imposibilidades, construyendo mundos creativos y más habitables, en los que tienen más dominio de sus circunstancias.

La infancia es una herida que nunca sana, pero dice Lola López Mondejar que el psiquismo creador nos abre sus puertas para mostrarnos una de sus más interesantes paradojas: la salida creadora nos habla de un sujeto tempranamente herido, pero poseedor, al mismo tiempo, de una energía psíquica capaz de llevar a cabo un singular proceso de reparación con base a dos mecanismos de defensa fundamentales: la disociación y la sublimación. Mecanismos que si bien no lo alejan de la salida sintomática, le permitirán elaborar su angustia a través de su obra, con mejor suerte que la de quienes no disponen de esas capacidades. (Lopez Mondejar, 2015, 15). Sería más valioso instaurar interiormente y socialmente un sentimiento de reparación que de perfección. Reparar una sociedad, un vínculo, reparar los daños ocasionados con creatividad, como quien teje y desteje, quien pone un remiendo lindo con hilos de colores para volver a dar vida, reparar la amistad que es un valor político importante para la vida en comunidad, que produzca efectos como recuperar la seguridad y la participación ciudadana para el bien común. Lo creativo tiene que ver con hacer la vida y un mundo más habitable, dejar nuestras ventanas abiertas y que el viento refresque, juguetear con lo que nos pasa. La creatividad es un modo de responder ante lo traumático, de hacerle salida a lo angustiante y que además dará la posibilidad de instaurar algo muy importante, una reparación personal con efectos en lo social. Es conveniente reorganizar la vida y recurrir a nuestra experiencia infantil, donde habitan nuestros recursos creativos para salvaguardar la ternura, la esperanza y el cuestionamiento para no quedar tan pasivos ante un sistema que no promueve la creatividad y reparación, sino que arrasa con cualquier intento de esto que promueve la estereotipación de la vida y de cada sujeto, destruyendo el juego colectivo, el valor de la amistad y el compañerismo como valores políticos que promueven la confianza y participación entre unos y otros.
Referencias.
Defourmantelle, A. (2020). Inteligencia del sueño. (2024th ed.). Nocturna.
Lopez Mondejar, L. (2015). Una espina en la carne. Psicoanalisis y creatividad. (Psimatica Editorial. ed.). Psimatica Editorial.