Dra. Marilú Rojas Salazar[1]
La influencia de un creciente fundamentalismo religioso en las instituciones ha conducido a vivir tiempos de exilio para mujeres feministas, comunidades LGBTTTIQ+, personas con discapacidad, personas racializadas y otras personas disidentes del modo de pensar la teología o la religión. El exilio es en estos tiempos un ejercicio de subversión y el derecho de autoexilio es una manera de salir de las formas de violencia de las instituciones que se supone que debieran amarnos, aceptarnos, y respetarnos manteniendo con nosotras relaciones de equidad de género, y el principio del reconocimiento de la dignidad como personas, pero como no es así, pues las mujeres, las personas sexualmente diversas, y algunas otras personas que nos hemos convertido en indeseables por las instituciones de corte fundamentalista hemos optado por vivir en el exilio. Una opción de vida y no una imposición, pues hay quien define el exilio como la separación de una persona de la tierra en que vive por motivos políticos como una forma de castigo y soledad. Sin embargo, vivir en el exilio desde el punto de vista bíblico es creer en una divinidad nómada, sin templo, sin religión, sin fronteras y sin tierra, es decir, sin las estructuras encorsetadas de las instituciones patriarcales y coloniales. Propongo las teologías feministas alquímicas y descoloniales para estos tiempos de exilio, y entiendo como teologías alquímicas una metodología en diálogo con nuestras diversidades y luchas cotidianas, y con la sabiduría de las mezclas. Las teologías alquímicas feministas son una mezcla de corporalidades, sexualidades, diversidades, luchas, territorios, realidades, militancias y vidas cotidianas que se entretejen y mantienen diversas formas de expresiones espirituales. Siguiendo las metáforas de la alquimia como metodología de investigación y nuevas rutas de construcción del pensamiento, del discurso y la practica teológica feminista se proponen reflexiones teológicas de carácter nómada. La alquimia teológica propone desinstalar las ‘purezas’ religiosas, y apostar por las mezclas como una lucha cotidiana, pero también como una magia en la que nos es posible soñar, pero no con ingenuidad, sino soñar y recuperar la fe como confianza en las luchas de las militancias que serán capaces de transformar sus entornos en espacios más vivibles y saludables en medio de tanta violencia.
Palabras Clave: teologías feministas alquímicas, decolonialidad, divinidad nómade, exilio y subversión.
- Tiempos de exilio
“Saca tu equipaje a plena luz del día, a la vista de todos, y al caer la tarde ponte en marcha, a la vista de todos, como quien va al exilio. 5También en presencia de todos, abre un boquete en el muro y sal por ahí con tu equipaje. 6Al llegar la noche, mientras todos te estén viendo, ponte en marcha con el equipaje al hombro. Cúbrete la cara para que no puedas ver la tierra, porque de ti he hecho un presagio para el pueblo de Israel».
7Hice lo que se me había mandado, y a plena luz del día saqué mi bagaje, como quien va al exilio. Al caer la tarde abrí el boquete con mis propias manos, y al llegar la noche, en presencia de todos, salí con mi equipaje al hombro”.
Ezequiel 12,4-6
(Nueva Versión Internacional)[2]
Las mujeres racializadas, las comunidades LGBTTIQ+, las personas con discapacidad estamos viviendo tiempos de exilio, es decir, tiempos de subversión. Desde mi punto de vista el exilio es un ejercicio de subversión y el derecho de autoexilio es una manera de salir de las formas de violencia de las instituciones que se supone que debieran amarnos, aceptarnos, y respetarnos manteniendo con nosotras relaciones de equidad de género, pero como no es así, pues las mujeres, las personas sexualmente diversas, las personas con discapacidad y algunas otras personas que nos hemos convertido en indeseables por las instituciones de corte fundamentalista hemos optado vivir en el exilio. Una opción de vida y no una imposición, pues hay quien define el exilio como la separación de una persona de la tierra en que vive por motivos políticos como una forma de castigo y soledad, sin embargo, vivir en el exilio desde el punto de vista bíblico es creer en una divinidad nómada, sin templo, sin religión, y sin tierra, es decir, sin las estructuras encorsetadas de las instituciones patriarcales.
“Si el exilio es un recorrido iniciático, es también un ejercicio que pone a prueba nuestra autenticidad: es el abandono de las ilusiones, las utopías, las apariencias, para alcanzar cierta lucidez y aprender a distinguir lo bueno de lo malo, rechazando la falsa tolerancia, que permite una aparente paz interior, por la auténtica tolerancia, que exige la inmersión en lo universal (…) El exilio impuesto ha llegado a ser para mí un exilio voluntario en busca del tiempo perdido y de una resurrección espiritual. Aceptarlo supone en parte volver al menos a uno mismo”.
(Bujor Nedelcovici, escritor, ensayista y guionista rumano, El Correo de la UNESCO, 1996-10)
Los motivos políticos de las mujeres, las personas racializadas y las personas LGBTTTIQ+ por los cuales somos exiliadas o hemos decidido salir de los fundamentalismos de nuestras instituciones son nada menos que la lucha a favor de los derechos humanos, los derechos sexuales y reproductivos, la superación de la culpa, las demandas de equidad, la insubordinación, la desobediencia epistémica, el derecho al placer, asumir el poder de nuestras cuerpos- territorio, la descolonización del amor cristiano en categorías de amarnos a nosotr@s mism@s como lo ha mandado el subversivo maestro y disidente político al que seguimos llamado Jesús. Además de los motivos ya explicitados, la crítica al manejo del poder, la forma de estructuración patriarcal son parte de las razones por las que existe una incompatibilidad que hace no negociable la permanencia a las instituciones eclesiales o religiosas, especialmente en lo que se refiere al pensamiento teológico de corte decolonial. Las causas de nuestros exilios son indecentar la teología, haciendo teologías sensuales y eróticas, subvirtiendo la teología, haciendo teologías heréticas y disidentes, no resilientes. Haciendo teologías torcidas, haciendo teologías alquímicas para tiempos híbridos en nuestros calderos de brujas y hechiceras. Los ingredientes de estas teologías que ponemos en el caldero al que llamo epistemología disidente tiene los siguientes ingredientes: harto cuerpo, suficiente sensualidad, todos los grados de erotismo, una profunda pasión, la sexualidad de nuestras cuevas vaginales, y los fluidos corporales; además de teoría critica, pensamiento descolonizado, danzas y movimientos, rituales cósmicos, la conspiración de los espíritus de los cuerpos aire, fuego, tierra, agua que danzan y confabulan para un mundo sin racismos, sexismos, elitismos; Olvidaba, una pizca de risa orgásmica. Porque estamos hartas del dolor y el sufrimiento que nos ha impuesto una colonizada teología del dolor y la cruz que nos prepara para ser víctimas perfectas sacrificiales.
La soledad del exilio nos permite a las mujeres volver a nosotras mismas, pensar y decidir por nosotras, y no que otros sean quienes tomen las decisiones. Estamos en tiempos de exilio para recuperar nuestras identidades, para adquirir lucidez y discernir como un acto subersivo de reflexión crítica de los sistemas imperantes; recuperar el tiempo perdido: porque harto tiempo que hemos perdido en querer convencer, hacer pensar o querer conciliar con las instituciones patriarcales o de pensamientos fundamentalistas, y hemos llegado a la conclusión que no hay retorno, y no hay negociación, no estamos dispuestas a pactar con la violencia del discurso patriarcal, ni con la misoginia, ni con la homo-lesbo-transfobia, ni con el racismo, pues salimos para caminar hacia adelante y no volver la mirada atrás, pues no hay un futuro para nosotras en las instituciones patriarcales. Los cambios están ahora en las luchas callejeras, en los movimientos en frontera, en los activismos que denuncian los poderes extractivistas, es decir, en el activismo nómada, porque creemos en la divinidad nómada, en la divinidad que camina con nosotr@s y somos herederas de una genealogía nómade como constata Rosi Braidotti.[3] Por ello, llevamos nuestras tiendas y las colocamos en el aquelarre de nuestras vidas.
El exilio para nosotras ha dejado de ser un ‘castigo’ para convertirse en un lugar desde donde nos situamos para ejercer el poder del conocimiento, es el espacio fronterizo, un lugar sinuoso y conflictivo, epistémico y vital desde dónde pensar la cuestión del sujeto y sus historias de racismo, un lugar donde discutimos la pertenencia a un nosotres como lo coloca Veronica Gago.[4] El exilio es una opción práxica y teórica, es una condición existencial y un estilo de pensamiento que en el caso de muchas mujeres, y en el mío, es desde dónde nos constituimos sujetos, sujetos nómades como lo afirma Braidotti.[5] Creyentes de las divinidades nómadas y constructoras de pensamientos nómadas.
Galut גלות exilio en hebreo tiene dos acepciones: diáspora o exilio, aquí tomaremos el concepto exilio como un carácter político cuando la expatriación se realiza como castigo a quien se ha expresado negativamente del régimen político de turno, ha mostrado públicamente estar en desacuerdo con las decisiones de este, o manifiesta abiertamente dudar de su legitimidad institucional o en nuestro caso, cuando las demandas de equidad y justicia no son negociables. Como tal, el exilio supone también una forma de purificación espiritual, un tiempo para recuperar fuerzas, y también como un gesto profético de desacuerdo con los poderes que rigen las instituciones, sean estas políticas o religiosas, es así que proponemos el camino de las teologías feministas alquímicas y descoloniales.
- Teologías feministas alquímicas y descoloniales
Es en el marco del concepto de exilio en el que sitúo la alquimia. La Alquimia en la antigüedad y en la época Medieval era la ciencia que usaban ermitañ@s, sabi@s, teólog@s, filósof@s y muchas mujeres consideradas brujas[6] y que tenía el poder de mezclar. Era el arte del estudio experimental de los fenómenos químicos y/o substancias de mezclar, pretendía descubrir los elementos que componían el universo, convertir los metales en oro, descubrir el elixir de la vida y de la eterna juventud o cómo vencer a la muerte, y uno de sus más preciados objetivos era descubrir la piedra filosofal que convirtiera en oro todos los metales, desde entonces, especialmente los hombres alquimistas tenían esa fijación, pues ello les daría toda la concentración del poder. Las alquimistas jugaban con los procesos de mezclas de hierbas, sustancias, realidades, especies y demás, para ellas no había una ‘pureza’ tal, no existían los cuerpos ‘puros’, sino las más diversas posibilidades de las mezclas. Mezclas de cuerpos, especies, naciones, sangres, fluidos, ideas, subversiones, militancias, compromisos, realidades políticas, sociales, culturales epistémicas y religiosas, y muchas otras mezclas. A eso es lo yo llamo hoy hibrideces, mezclas. Y lo coloco como una metáfora que remite a la cualidad de los profetismos callejeros que son expresados en asambleas callejeras, marchas, mítines, protestas como un derecho a levantar la voz que clama justicia en los desiertos urbanos, menciono los desiertos urbanos porque contradictoriamente, si pensamos en la urbe como un gran espacio sobre poblado, también la urbe es hoy un espacio donde cada vez menos es escuchado el clamor de la justicia.
Traigo a este contexto de profetismos híbridos y emergentes que estamos viviendo en las políticas feministas callejeras de protesta en toda Abya Yala[7] este concepto de ‘alquimia feminista’, pues eso es a mi juicio el fenómeno que estamos viviendo las feministas entre marchas contra los feminicidios, protestas contra la desaparición de muchas mujeres, las jóvenes retornando el feminismo a la calle y liberándolo del encorsetamiento de la academia, las redes de compañeras cyberfeministas permeando el espacio virtual de conciencia crítica de género, mujeres buscadoras de familiares desaparecid@s, que ahora pasan de ser víctimas a ser militantes de una causa de justicia y dignidad; mujeres resistiendo contra el neocolonialismo patriarcal. Defensoras de la tierra y de sus cuerpos territorio, defensoras del agua contra las lógicas extractivistas patriarcales neocoloniales del capitalismo devastador. Sin duda, estos son los movimientos proféticos que hoy denuncian con voz potente las injusticias que cruzan por los cuerpos, sexualidades y erotismos de cada mujer. Por lo que he pensado en la alquimia como el arte de las feministas en transformar el dolor y la violencia en un ejercicio de subversión epistémica-corporal y en el arte de despatriarcalizar el mundo a través de sus sabidurías, conocimientos y entretejidos sororales. El arte de la mezcla de saberes cotidianos de las mujeres mediante la colectiva construcción de adquirir una conciencia crítica de género, de mezclas e hibridez es lo que nos ha venido hablando esta sociedad que evoluciona y va mutando velozmente. El arte de combinar las causas más diversas en nuestras luchas cotidianas y en hacerle fisuras al sistema patriarcal neocolonial fundamentalista.
La alquimia como la ciencia de los cuatro elementos, la búsqueda de tinturas y medicinas sanadoras que en los feminismos comunitarios es un elemento central, me llevan a proponer la ‘alquimia feminista’, es decir, el arte de la mezcla de las diversas causas feministas, donde no hay feminismos puros, pero si radicales, entendiendo por radicalidad, el arte de descolonizar nuestros cuerpos-territorio, mentes, afectos y sentí-pensares del racismo, el sexismo y el clasismo. Otro día una de mis alumnas me hacía ver que una corriente de feminismo cuestiona a los feminismos radicales, sin embargo, me hizo pensar que ciertamente no hay feminismos puros, pero que la radicalidad es un elemento integrante de los feminismos todos, un ingrediente al cual no podemos renunciar dentro de estas alquimias.
Apuesto por la alquimia como metodología en diálogo con nuestras diversidades y luchas cotidianas como la sabiduría de la mezcla como la propone Ivone Gebara: “Hoy estamos intentando acoger la diversidad y la mezcla que somos, como desafío y única condición para que la vida se exprese en su multiplicidad sin límites. Por eso, muchas organizaciones de mujeres se mezclan con las muchas banderas que reivindican la dignidad humana a partir de la multiplicidad de situaciones.”[8] La alquimia feminista es una mezcla de corporalidades, sexualidades, diversidades, luchas, territorios, realidades, prietitudes y doloridades;[9] y vidas cotidianas que se entretejen. Siguiendo las metáforas de la alquimia como metodología de investigación y nuevas rutas de construcción del pensamiento, del discurso y la práctica de la vida cotidiana. Las mujeres no buscamos como los alquimistas hombres la piedra filosofal para la concentración del poder y convertir metales en oro, sino usamos la alquimia como el arte de combinar la vida, los saberes, los sabores de nuestros pequeños poderes, los deseos, las luchas y la vida cotidiana como el arte de transformar nuestras vidas en mejores espacios vivibles para las más posibles. Sin embargo, para Gebara la contradicción es un elemento esencial de estas mezclas,[10] ya que somos seres híbridos y nos mantenemos en la contradicción contra la lógica patriarcal de las purezas o de los binarismos en los cuales se es bueno o malo, coherente o incoherente, de un grupo o del otro, mientras que la vida no es así. La contradicción es un ingrediente con el cual convivimos las feministas como un ejercicio epistémico crítico y autocritico de nuestras propias certezas que atraviesan nuestras vidas cotidianas, y la alquimia es una ciencia y arte tan ancestral descubierto en la vida cotidiana por las mujeres que va evolucionando de generación en generación. Las teologías feministas en su carácter de descoloniales como lo son: la teología feminista comunitaria, las teologías feministas afro o negras, las teologías feministas queer, y ahora la incipiente teología feminista crip, ejercen la metodología de la alquimia en una especie de feminismos fronterizos, y más aún en una situación de exilios de la propia academia, de los espacios donde se realizan los debates, el exilio de la diferencia o un exilio queer parafraseando a Audré Lorde[11] y a Cherrie Moraga.[12] Un exilio queer/cuir como figuración de otros espacios, territorios o no lugares donde hacer teologías y cruzar con otras disciplinas arbitrariamente promiscuas.
La condición de exilio entendida casi como condición de posibilidad de la existencia… puede servirnos para comprender la complejidad del sujeto nómada de R. Braidotti y apostar por un pensamiento de la transformación y del cambio; y por un proyecto creativo y no reactivo que cuestiona la rigidez del pensamiento fundamentalista. Es una necesidad de reinventar el espacio alquímico con el pensamiento nómada en situación de exilio.[13] Esto es a lo que llamo teologías feministas alquímicas, no como esenciales, sino utilizando la categoría de Donna Haraway de figuración,[14] el cual es un término que podemos utilizar para descubrir nuevas formas de representación para las nuevas conceptualizaciones teóricas dentro del espectro de la teología como una figura del habla de la divinidad y como un nuevo paradigma, y no como una serie de cuestiones dogmáticas o esenciales.
Construir reflexiones teológicas feministas desde el no lugar llamado exilio significa también contribuir a la kénosis del academicismo y quebrar con los propios privilegios heredados del patriarcado de quienes intentan reflexionar desde ‘el no lugar’ o desde lo que podemos llamar teologías feministas bastardas, siguiendo la propuesta de María Galindo:
“Experimento y planteo el lugar bastardo como un espacio de huida de ese binarismo, como un espacio de legitimación de la desobediencia y la crítica cultural en todos los sentidos. Lo bastardo como un espacio para los intersticios, los lugares ambiguos y ambivalentes que escapan a la definición; como reivindicación de los lugares mutantes y fronterizos”.[15]
Apelo a construir teologías feministas desde el exilio de las instituciones que se autonombran las dueñas del saber teológico, construir reflexiones en torno a lo sagrado desde los exilios que habitamos las mujeres mestizas, abyectas, callejeras, perras y bastardas de los sistemas del patriarcado espiritual. Construir teologías desde el no lugar del exilio es también pensar en la desobediencia epistémica como una categoría teológica de subversión.
*El presente texto fue presentado en el Foro Dare (Discernment and Radical Engagement Global Forum), en Bangkok, Thailandia, en el mes de septiembre 2023.
Bibliografía
Braidotti, Rosi. Sujetos nómades. Corporización y diferencia sexual en la teoría
feminista contemporánea. Buenos Aires: Paidós, 2000.
Gago, Verónica. Prólogo en Carolina Meloni, Feminismos fronterizos. Mestizas,
Abyectas y Perras. 2ª. Ed. Madrid: Kaótica Libros, 2022.
Galindo, María. Feminismo Bastardo. Ciudad de México: Editorial Mantis, 2022.
Gebara, Ivone. Filosofía Feminista. Brevísima introducción. Montevideo: Doble Clic,
2014.
Lorde, Audré. La hermana, la extranjera. Madrid: Horas y Horas, 2003.
Meloni, Carolina. Feminismos Fronterizos. Mestizas, abyectas y Perras. 2ª. Ed. Madrid:
Kaótica libros, 2022.
Moraga, Cherríe. La última Generación. Madrid: Horas y Horas, 2007.
Piedade, Vilma. Doloridad. Buenos Aires: Mandacaru, 2021.
[1] Marilú Rojas Salazar es Doctora en Teología Sistemática por la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica. Teóloga Feminista y Profesora de asignatura en el Doctorado de estudios críticos de Género de la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México y de la Maestría en teología y mundo contemporáneo del departamento de Ciencias Religiosas. Es profesora de la maestría en estudios de género y teología en la comunidad teológica de México. Pertenece a TEIFEM (Teólogas e investigadoras Feministas de México). Directora de la revista Sophias (revista de reflexión interdisciplinar de teología feminista en México), miembro fundador de la Academia de teología en México de la UPM, ha sido miembro de la DARE (Discernment and Radical Engagement) que pertenece al Council for World Mission. Es integrante de la línea de investigación de teología, hermenéutica y praxis de la experiencia religiosa del departamento de Ciencias religiosas y profesora invitada de la Universidad Lasalle.
Ha realizado estancias de investigación posdoctoral en los países bajos en la Universidad Libre de Ámsterdam y en la Universidad PUC de Brasil.
Algunas publicaciones recientes son:
Marilú Rojas Salazar, “Liturgia Queer” en Revista Internacional de Teología Concilium no. 383. Verbo Divino, 2019.
______________,“MARIA MADALENA, A MULHER DIANTE DA TUMBA VAZIA: MULHERES PROCURANDO NOS POÇOS SUBTERRÂNEOS POR CORPOS DESAPARECIDOS” en Renata Floriano de Souza, Valdemir de Souza Vicente & Edla Eggert (cords), María Magdalena múltiplas Representacoes ( Porto Alegre: Fundacao Fênix, 2020), 33-51.
_________________________, “La pertinencia de la teología ecofeminista y su incidencia política ante el feminicidio y el ecocidio actual” en Revista Iberoamericana de Teología. Vol XVI. No. 30. Enero-Junio 2020.
_________________________, “Teología del cuerpo de las mujeres como categoría político-religiosa” en María del Carmen Servitje Montull (comp.), Genealogía crítica de la violencia. Hacia la liberación del espacio político-religioso del cuerpo de las mujeres. México: UIA, 2020.
________________________, “La pandemia: una epifanía de la violencia hacia las mujeres” en Revista Iberoamericana de Teología, vol. XVII, núm. 32, 2021, -Junio, pp. 85-97 Universidad Iberoamericana, Ciudad de México- México.
_______________________, Descolonizando la culpa desde el feminismo. México: CCD, 2022.
_______________________, “El mesianismo de los cuerpos” en Claudia Florentín (ed). Caminando en Sororidad. Devocional 2023. México: CUPSA, 2023. 46-49.
[2] https://www.biblica.com/bible/nvi/ezequiel/12/; consultada el 5 de octubre de 2022.
[3] Rosi Braidotti, Sujetos nómades. Corporización y diferencia sexual en la teoría feminista contemporánea (Buenos Aires: Paidós, 2000), 17.
[4] Veronica Gago, Prólogo en Carolina Meloni, Feminismos fronterizos. Mestizas, Abyectas y Perras. 2ª. Ed. (Madrid: Kaótica Libros, 2022), 11.
[5] Rosi Braidotti, Sujetos nómades. Corporización y diferencia sexual en la teoría feminista contemporánea (Buenos Aires: Paidós, 2000), 26.
[6] Parte de este trabajo es fruto del conversatorio realizado con la Doctora Ivone Gebara, la Dra. Maricel Mena López y la Dra. Marilú Rojas Salazar en el marco del aniverasrio de la cátedra Baez Camargo de la Comunidad Teológica de México en 2021.
[7] Abya Yala, que significa Tierra Madura, Tierra Viva o Tierra en Florecimiento, fue el término utilizado por los Kuna, pueblo originario que habita en Colombia y Panamá, para designar al territorio comprendido por el Continente Americano. De acuerdo con el momento histórico vivido, se referían a este territorio de diferente forma: Kualagum Yala, Tagargun Yala, Tinya Yala, y Abya Yala, siendo este último el que coincidió con la llegada de los españoles.
[8] Ivone, Gebara. Filosofía Feminista. Brevísima introducción (Montevideo: Doble Clic, 2014), 38.
[9] Vilma Piedade. Doloridad (Buenos Aires: Mandacaru, 2021).
[10] Ibid.36.
[11] Audré Lorde, La hermana, la extranjera. (Madrid: Horas y Horas, 2003).
[12] Cherríe Moraga, La última Generación. (Madrid: Horas y Horas, 2007).
[13] Carolina Meloni, Feminismos Fronterizos. Mestizas, abyectas y Perras. 2ª. Ed. (Madrid: Kaótica libros, 2022), 234-235.
[14] Ibid. 251.
[15] María Galindo, Feminismo Bastardo (Ciudad de México: Editorial Mantis,2022), 40.