De cuando el sufrimiento humano, (in)explicablemente, se convierte en la comunión con los otros; un acercamiento a la poética del dolor de Javier Sicilia.
Tras el asesinato de su hijo Juan Francisco, en 2011, el poeta Javier Sicilia (Ciudad de México, 1956) anunció su muerte literaria respecto a la poesía. La noticia conmocionó a todo México. Pero la razón justificaba cualquier reclamo. Todos, después de leer su último poema, citado a continuación, comprendían que el poeta estaba destrozado. Le habían arrebatado a su “Juanelo” y se lo habían devuelto sin vida. dijo:
El mundo ya no es mundo de la palabra
nos la ahogaron adentro
como te asfixiaron
como te desgarraron a ti los pulmones
y el dolor no se me aparta.
Solo tengo al mundo.
Por el silencio de los justos
solo por tu silencio, Juanelo…
El mundo ya no es digno de la palabra es mi último poema, no puedo escribir más poesía… la poesía ya no existe en mí.
Aquel gigante de la poesía, ganador de numerosos premios y reconocimientos, de pronto lloraba la muerte de su hijo, cual inocente niño abandonado por su madre en la oscuridad de la noche. De un momento a otro, aquel poeta que buscaba la experiencia de la luz proveniente del Absoluto, experimentaba la noche más oscura de su vida. El dolor lo destruía por dentro; y, “para ese dolor no hay palabras –solo la poesía puede acercarse un poco a él; y ustedes no saben de poesía”, les reclamaba a políticos y criminales.
En 2016, Javier Sicilia publicó, bajo la forma de novela, La confesión. El diario de Esteban Martorus, y en ella, el protagonista se refiere a Javier, otro personaje de la novela, como “desgarrado entre sus anhelos espirituales y la realidad que los contradice”, luego de su ruptura matrimonial y el fracaso de una comunidad que fundó con otras personas en Cuernavaca. Sin embargo, en la misma novela, Javier considera sus fracasos como una pinche película de Walt Disney frente a la verdadera desdicha, como la de Job o Cristo. No obstante, la novela se sitúa históricamente algunos años antes de la muerte de su hijo Juan Francisco. En efecto, si la vida de Javier Sicilia ya pasaba por breves tormentas ocasionadas por algunos fracasos, el asesinato de su hijo demolió las pocas paredes de su alma que aún quedaban en pie.
Habitar en las sombras
Además de ser un gran escritor, Javier Sicilia es un reconocido activista que sigue acompañando a víctimas y a los familiares de las víctimas que ha producido la cultura de la muerte en muchas partes del país. Con el dolor como una cruz a cuestas, el poeta ha encabezado procesos y luchas para lograr caminos de paz y justicia; por eso, tras la muerte de su hijo, fundó, junto con más personas solidarias, el conocido Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad; cuya actividad principal fue realizar movilizaciones y protestas por la violencia en el país.
En esta batalla por conseguir la paz para México ha compartido el sufrimiento y la impotencia de aquellos que han perdido a un familiar suyo, sin conseguir justicia para cada uno de sus casos. Sicilia fue un personaje clave para la apertura de las fosas clandestinas en Tetelcingo y Jojutla, que conmocionó al país entero porque dejaban al descubierto la corrupción del gobierno que nunca “se dio cuenta” del horror ante tales acontecimientos. En efecto, Sicilia, y junto con él, miles de personas familiares de desaparecidos o asesinados, han venido caminando con el dolor sobre la espalda, habitando las sombras de una sociedad olvidada de amar; en un mundo que, en lugar de abrazar y acariciar el alma de los más pobres, reprime, tortura y asesina. No es casualidad que en 2016 Javier publicara El deshabitado, una novela del duelo, la pérdida y la rabia frente al mal que se acentúa cada vez más en el mundo.
Iluminación de las sombras
No obstante, a pesar de las desgracias que le han sucedido a Javier Sicilia ha sabido iluminar sus tinieblas, redimiéndolas. El término es rescatado de la tradición católica con la que Javier se ha identificado siempre. La redención, según el escritor y sacerdote español Pablo D´ Ors, significa mirar de manera breve y amorosa las desgracias del mundo. Breve porque si se mira el problema largamente, este termina por arrastrar a quien lo mira; y amorosa porque, etimológicamente, esta palabra significa no-morir o no dejar que algo muera. Así pues, la muerte de Cristo en la cruz no significa el aniquilamiento del Verbo, sino que, mirándolo breve y amorosamente, nos permite entender que el asunto no termina ahí, sino al tercer día: al resucitar. Pero si se mira largamente y sin amor al Hombre colgado del madero, casi al instante, se cae en el fracaso.
Esto lo ha sabido hacer Javier Sicilia con esa mirada mística respecto al mundo: sigo amando con el peso y los límites de mi pinche carne, le dice al padre Martorus en la novela; de otro modo, ya hace mucho tiempo hubiera cumplido las palabras que, en la misma novela menciona: si un día el mundo me arrojara a la desesperanza, creo que tomaría también el camino de Celan;* incluso mataría, porque mi orgullo, mi orgullo frente a lo incomprensible del mal, es demasiado grande.
Y esa mirada de Javier Sicilia que redime el sufrimiento se expresa en el acompañamiento a las víctimas de la violencia. Pero también se manifiesta en la denuncia que siempre ha venido realizando respecto a las injusticias en este país. Solo de esa manera se explica la fuerza que tiene su voz respecto a temas sociales que aquejan a México en cada uno de los estados. Tal como lo hizo en 2001 en Cuernavaca estando en contra de la destrucción del Casino de la selva, culturalmente valioso; su voz también resonó fuerte en 2014 por los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa; cómo olvidar la marcha a la que convocó después de la masacre, en Sonora, de miembros de la familia LeBarón en 2019; y, de manera más reciente, sobre el terrible caso de Teuchitlán.
En todos estos casos, lo que une a miles de personas, que se movilizaron a manera de protesta por la gravedad de los hechos, es el sufrimiento humano, del que Javier Sicilia ha padecido en su propia carne. Sin embargo, lo que esencialmente ha movilizado a esas voluntades es la mirada breve y amorosa del sufrimiento, siendo Javier Sicilia uno de los primeros en solidarizarse llamando a no desesperar en la búsqueda de un país más justo. Eso hace (in)explicable que el dolor reúna a tantas personas: la mirada; cuya fuerza es formidable en la poética de Javier Sicilia.
