“Sirena Negra: Mar de mis entrañas”. Poemas de Natalia Correa

Beso abierto

Relámpago y sed

visten la lengua del pájaro,

como espejo derramando quietud

antes de la noche,

por eso, los buitres abrazan arena

como verdes palabras,

que aún no crecen,

que aún no existen,

mientras alguien habla de la carne

y sus desgarraduras.

Por eso es que un beso abierto

elimina las formas,

presiente a los prodigios,

que han de volver

con el delirio entre sus páginas,

con racimos de arcilla,

y alfabetos de historias.

Lejos en lo profundo,

entre aullidos y navajas,

hay un mundo que se desviste

con violencia y locura entre sus piedras,

con remanso y amor entre sus calles,

para desvanecerse y vivir,

para desvanecerse y mezclarse,

con el polvo: agónico vestigio de los años.

Los espacios y ausencias que deja el beso

conocen lo humano, e intuyen el hambre,

son frontera y suenan a mitad del invierno,

cántaro de tierra ausente e innumerables huesos,

transparente cuerpo que se rompe,

mientras los albatros van probando la sal

van siguiendo el rastro.

Beso, antídoto que reposa en el mar,

escrito beso en hojas de bosque, con el aire,

estupor a tientas que construye los días

inmerso en el discurso, sin dolor y con vaivén,

mientras se escupe, mientras se muere,

el beso crece, el beso existe

abierto a la poesía del instante.

Sirena Negra-Jauría líquida

[…]»dos astros sanguinarios, dos dinastías
que hambrientas se disputan un reino,
queremos ser justicia, nos acechamos feroces,
nos engañamos, nos inferimos las viles injurias
con que el cielo afrenta a los que se aman.
Sólo para que mil veces nos incendie
el abrazo que en el mundo son los que se aman
mil veces morimos cada día».

(Jorge Gaitán Durán)

Los abrazos,

un tónico salvaje para avivar la llama,

cuando los besos crujen como madera seca

extinta de toda vida,

así el cuerpo pierde y sabe entenderse en los escombros,

frenar olas totalmente amuralladas,

dar calor y beber la quieta noche.

Por medio del vacío la sombra,

de morir en otro mundo,

hasta saberse extraviado,

en medio de todo la prófuga médula

la palabra insaciable,

el sopor suicida de los muertos.

Poema que llueve,

toma la piel como recinto,

se encrespa, se derrama

si lo arrancan de su centro,

deviene como líquido voraz ante la lluvia,

totalmente inagotable.

A manera de cenizas la memoria,

una flor que se abre y flota

en la destreza del naufragio,

qué lejano parece todo,

la caricia ansiosa,

el beso frágil,

el estupor cansado

de creciente aliento.

Delicias que se asoman

ante mi deseo,

ocasión que todo lo contiene,

secreto extraviado,

que pasa por el cuerpo,

fugaz ante las preguntas

atávico y natural

ante el silencio.

Jauría líquida que arranca

pies sumisos,

ante el presagio

de danzas calientes y luminosas.

Que se atreve y cae

en palabras peligrosas,

porque el amor cruza adentro,

entre yedras y amapolas,

con impulso flotante,

que enciende el movimiento,

en su memoria de superficie oscura.

Jauría que se desdobla,

es ella quien avanza,

mujer de silueta marina,

sirena espectro fiel

que el amor traslada

y el deseo conoce.

Tocará las líquidas regiones

hasta calcinarse, hasta despertar

y ceñirse al canto que esculpe el poema,

que él tendrá entre sus manos,

un tónico salvaje para avivar la llama,

cuando los besos crujen como madera seca

extinta de toda vida,

así el cuerpo pierde y sabe entenderse en los escombros,

frenar olas totalmente amuralladas,

dar calor y beber la quieta noche.

Selfie intervenida por Carmina García

Sirena Negra (Nota perversa #2)

La distancia entre la boca y el espasmo es muy leve

se encadenan en el fruto del deseo nuestras bocas

te desnudo

y te miro frágil y transparente,

tu piel me llama por mi nombre,

mientras la punta de mis dedos te recorre,

convulsa fragancia que se mezcla a nuestro roce

abres un mundo entre la húmeda promesa,

y todo tiembla,

todo se hunde

todo es deseo.

Un océano mi vientre,

compases eléctricos se generan en tu cuerpo,

adentro la tibieza inunda,

aquello que se nos escapa

una fiebre tersa,

un calor intenso.

Insisto apasionadamente sobre el contorno de tus orillas,

ahogo mis palabras en tu insistencia,

tiemblo

mientras los líquidos sabores se fermentan,

me yergo veloz y húmeda hacía ti

cabalgo sobre tus párpados audaces.

Mi lengua intrincada y felina

se pasea te sumerge

un aliento perverso y cómplice

oscilando aquel deseo,

concediendo un grito desde las entrañas,

lamiendo este líquido amor de recóndita intimidad.