“En la noche dichosa, / en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa, / sin otra luz y guía / sino la que en el corazón ardía.”
San Juan de la Cruz
Viandante nulo, desacalambrate, ¡tontito crepuscular!
y al rajarte de sopetón en algún amoroso y trémulo
horizonte: imperdonable oveja grisácea en la bruma.
Gozá ahora, mañana será tarde siempre.
Ah, divina señora de la santa rabia que se va
y vuelve, y se va y vuelve.
***
Hórrido, desenchufá la motosierra y estertoreá mirando
a los vencejos para jurar el bien, la cosa, perjurar en la dicha
y jurar el mal, la tragedia popular, jurar los simples engaños,
al entrar en las cataratas, en el borbotón, en el puro miedo,
en la delación, en el amor más loco, la pausa y en el olvido.
Puta vos y puto yo. Desenchufá la aurora. Putos todos.
Ah, divina señora de la santa rabia que se va
y vuelve, y se va y vuelve.
***
Las pasamanerías del infortunio cien por ciento argentas
destensá, sin su broderí de ausencias, prepotencias y penurias,
de carnes, de fiebres, de tener todo todo todo que perder,
de la sed y de tener nada más que perder. Como en Lhasa
amigos son tus hambres, tus dioses, tus pérdidas y tus demonios.
Ah, divina señora de la santa rabia que se va
y vuelve, y se va y vuelve.
***
A los bonachones pulidores de prismas frecuentá,
en tal desastre, pues el enamoramiento inconveniente
mide todas las cosas tan esmeradas, soñadoras, falsas,
ridículas, siempre tarde, trascendentes y aún más,
que se atisban apenas mirando en lo hondo del abismo,
debajo, para los costados, en este flanco y para arriba.
Ah, divina señora de la santa rabia que se va
y vuelve, y se va y vuelve.
***
Bien, en otras ramas aciagas, el jilguerito perspicaz
silba un haiku para las últimas, aquellas y para las primeras,
mientras tenemos urgente sexo -tan prohibido- con todas,
y con nadie, y no nos queda paciencia general alguna
ni otro berenjenal, ni ninguna huida mejor por los siete reinos
para defendernos después de la parsimonia, del dolor,
de la lluvia, de la clausura de todos nuestros derechos,
de los remordimientos y del rosario gordo de tantas injusticias.
¿No lo ves? Oportuna es la vida, en la calle, en la protesta.
Ah, divina señora de la santa rabia que se va
y vuelve, y se va y vuelve.
***
Después, hospicianos en nuestras meras plegarias,
en la eterna mutación de la materia, los besos y las almas
por cada uno de estos abusos de poder, de los gases, las balas
y los atropellos de cada día: la luz, la manteca, el gas, el bondi
con místicos broncoespasmos para algún perdón
-tan arbitrario como impensado- que jamás sucede.
Reír, mirar las nueve nubes pasar y amar ¿qué más hay?
Ah, divina señora de la santa rabia que se va
y vuelve, y se va y vuelve.
***
Ocasional, orilleá el porvenir como si tal cosa,
lo neoliberal es la muerte, la sombra, la miseria,
más allá de cada lobo que tensa su fanatismo
al esconder sus deseos más inconfesables con tontadas
poné el plexo solar enhiesto cortando el rocío y esperá.
En los orgasmos, he ahí la bienaventuranza.
Ah, divina señora de la santa rabia que se va
y vuelve, y se va y vuelve.
***
Desenfardá en este mismo momento tremendo
un infinito celeste y azul y rojo y verde que nos contenga.
La persona que ama, ya deducís, es inmortal
mientras ama. Salíle a la tragedia, en lo espontáneo,
a lo que vendrá. Salíle de una vez, dale.
Ah, divina señora de la santa rabia que se va
y vuelve, y se va y vuelve.
(De la antología “Toda poesía es hostil al anarcocapitalismo”,
compilador Julián Axat, Editorial Askasis, en Chile, 2024 y Editorial
Pixel, en Argentina, 2024).