Gregorio Lemercier (1912–1991), monje benedictino de origen francés, tuvo una estrecha relación con Cuernavaca, Morelos, donde fundó en 1952 el monasterio de Santa María de la Resurrección. Este monasterio se convirtió en un centro pionero de renovación monástica y espiritual en América Latina. En Cuernavaca, Lemercier impulsó un enfoque innovador que integraba el psicoanálisis en la vida comunitaria, con el objetivo de profundizar en el autoconocimiento espiritual. Su propuesta provocó una fuerte reacción del Vaticano, que en 1971 ordenó la suspensión del experimento. Cuernavaca fue, así, el escenario tanto de su audaz reforma como de su conflicto con la jerarquía eclesiástica.