Eróticos. Poemas de Eurídice Román de Dios

Llueve toda la noche, llueve el día.

Todo nos llueve

se humedecen las escaleras, el baño,

pronto también el lecho para el descanso.

Llueve sobre la pintura del paisaje

de un lejano oriente.

Dormimos y la lluvia sigue cerca, inalterable

instalada en los besos de café y de chocolate.

Ahí está en la coordinación del espacio

sin techo, sin muros, sin puertas.

Una fragilidad sigue inundando el sitio.

El paisaje de la montaña misteriosa, mística,

escucha la lluvia y en sus notas

el piano de la sala con su escultura,

la de Buda serena, como la de los leones,

o la de Durga.

Todo nos llueve y somos niños y risa y agua

abiertos para seguir lloviéndonos toda la noche

todo el día.

Montarnos en el caballo que relincha

y sumergirnos en la piscina con los delfines,

con la sirena que abraza.

El barco, las ranas, el amor y la bonanza.

No salir ya nunca del paisaje húmedo

de las montañas.

Tomamos nuestras bicicletas

seguimos la ruta ya marcada

la de la noche que llueve todo el día.

Llueve la lluvia, llueve el viento;

Lluevo contigo, nos llovemos.

Paseos

Necesito envolverme entre tus brazos

de puentes bulliciosos.

Recorro largas avenidas

juguetones movimientos me acercan

miro con calma y desde arriba

                        la tarde o la mañana

deseo perderme unos segundos

en el tiempo insólito

sumergida en milenarios romances.

Las puertas de las oscuras salas se abren

mis ojos se iluminan desbordados.

Avanzo

encuentro la lectura en una banca,

la media noche transcurre iridiscente.

El alba anuncia mi devaneo por el metro.

Cruzo largas avenidas

para tomar café en los rincones nuestros.

Imagen: Thorsten Rabsahl

Plenilunio

Inusitado reapareces como vaho lucífero.

El aroma de noche refresca

y de las sábanas tus pies asoman

cubiertos de vagancia bebida hasta el último sorbo.

Plumaje jubiloso

deslizas el frágil movimiento que llevas en tu blanca sangre. 

Nítido es el paso de vestigios

que por caminos de algas

mansamente nos convierte en hallazgos marítimos.

Melodiosa cadencia nos arrastra

a tu nombre avanzo                plenilunio

para inventar una semilla etérea.

Emerge tu rostro de agua

vaporosa reliquia

aislada en el amor

cuando el viento murmura sus hechizos.

Eróticos

I

Porque de tus costillas vengo

porque de mi costilla vienes

te haces río ardiente

del pecho hasta la ingle

sitio donde tus aguas con las mías

se hacen una con el universo.

II

Me digo: Yo también deseo ser

una de las vírgenes del mundo

pero me ganan las ganas

de apretar los muslos,

de saciar los apetitos terrestres

que de sur a norte

de oriente a occidente

se deslizan sin piedad

por todo el cuerpo.

III

En la parte inconclusa

de tu cuerpo

me detengo siempre

porque es el punto de expansión

que me dice, lentamente

cuánto aún nos queda por recorrer-nos.

IV

En los brazos de tu casa

la ceremonia continúa

la melodía de tu canto

hace el ruido necesario.

Es el escándalo perfecto

el punto final de dos voces.

Fluimos como agua serena

tus besos son

huella de la tinta

que se recrea

sobre la hoja de papel humedecida.

V

Voy hacia tu ventanal

ábreme tu cuerpo.

VI

Une tu rosa

con mi rosa.

VII

Sola con mis pensamientos

busco la ostia perfecta

para comulgar

con todas las palabras

de tu cuerpo.

VIII

El árbol de pájaros

llena de plumaje

mis adentros

me torna

mariposa sobre tu piel océano

lugar donde la lengua se confunde

con tu silueta…

IX

En tu ombligo

conecto el cordón de los placeres

para que nazca

el abrevadero

que me regrese a tu boca

una y otra vez…

X

Camino la mirada

por la calle infinita

de tu piel.

XI

Sobre tu contrabajo

extiendo mi piel

el agua de tu música

me toca

y los ojos de agua de mi cuerpo

combinan sus profundidades

con las tuyas.