CHANGES, un poema de Ricardo Ariza

Para Ámbar Colibrí

OTROS CIELOS, otras tierras;

desconocidas habitaciones

del aire encerrado por cortinas

verán y olvidarán tus ojos.

Se cruzarán por tu camino

calles distintas, edificios,

parques de oro y levaduras,

patios habitados por árboles

silenciosos e inmersos

en sus mutaciones.

Transitarás por secretas

avenidas del alba

rumbo a la escuela o el trabajo;

remitirás correos

-postales y electrónicos-

para la familia, para la universidad,

desde renovadas ubicaciones

para “alguien”, para Uber,

para Didi, para nadie,

para nada.

El cambio será siempre la constante,

la prueba irrefutable

de la existencia del espíritu.

El cuerpo y la carne se transforman,

nada permanece, todo pasa: Carpe diem.

Y acaso tú también

escucharás canciones

que te harán recordar

los sitios, las horas,

la penumbra de los muebles,

los abrazos que a mitad de la noche

los humanos nos brindamos

en la cama

-aunque estemos lejos dentro del sueño-.

Quizá debas llorar. Hazlo.

Tal vez, por otro lado,

sea tiempo de reír. ¡Baila!

Tu nombre permanecerá

e iluminará la casa.

Busca una silla. Siéntate.

Respira. Da gracias por la vida

en tanto observas cómo todo cambia,

se transforma y vuelve a su origen.


Ámbar Colibrí y Ricardo Ariza. 2004. Foto: Omar Ornelas