Los hijos de Víctor

LITERATURA. NARRATIVA. RESEÑA

Larissa Calderón

La youtuber y filósofa argentina Roxana Kreimer tiene un video en el que desmonta
algunas de las premisas del libro “El segundo sexo” (1949) de Simone de Beauvoir;
menciona que es uno de los libros más vendidos y menos leídos. Aunque es un libro
icónico del feminismo, del que muchas y muchos autores han abrevado, pero que no ha
sido analizado con el rigor necesario para ver sus contradicciones y la única razón que
encuentra es que realmente no ha sido leído el libro de la filósofa francesa. Pero no va a ser
tema de esta columna, sino el símil de lo que pasa con el libro “Frankenstein o el moderno
Prometeo” (1818) de la inglesa Mary Shelley.


Uno de los libros más influyentes del siglo XVIII, por su trascendencia y penetración
en la cultura hasta nuestros días. Sin embargo, en menor medida leído y analizado en todas
sus dimensiones.
Se han hecho adaptaciones desde las más extravagantes y cómicas; superficiales y
para niños, lo han hecho perro como en Frankenweenie (2012). Le han inventado
personajes como el asistente Igor y le han dado verdadera vida al monstruo, independiente
de su creador Víctor Frankenstein y de su autora. Todo el mundo sabemos quién es, cómo
es, conocemos algo de su historia y es parte fundamental de nuestro ideario colectivo.
Sabemos de la relación que guarda la obra con la ética científica y la lucha teológica
del doctor con Dios, como dador y creador de vida. El misterio que hay más allá de la
muerte. Que se puede considerar un libro de ciencia ficción por sus observaciones de los
avances médicos, las nuevas tecnologías y la electricidad. Incluso en esas mis páginas,
Mary Shelley, hace una crítica sobre el trabajo en los países monárquicos como Inglaterra y
las repúblicas como Suiza, donde considera más digna y educada a la clase trabajadora.
Pero poco se ha hablado de un concepto que está incrustado en la obra de una manera muy
sutil, pero predominante, la paternidad.
Víctor Frankenstein es el padre del monstruo, es su creador y es quien lo rechaza,
abandona y le teme.
Para la segunda parte del libro se escucha al hijo reclamar: “Recordad que soy vuestra
creación… yo debería ser vuestro Adán… pero, bien al contrario, soy un ángel caído, a
quien privaste de la felicidad sin tener ninguna culpa; por todas partes veo bendiciones de
las que solo yo estoy irremediablemente excluido. Yo era afectuoso y bueno: la desdicha
me convirtió en un malvado. ¡Hacedme feliz y volveré a ser bueno!”
Así, los niños, niñas y adolescentes reclaman a sus padres, madres, a la sociedad su
abandono, no con palabras sino con las peores acciones que podríamos esperar de personas
tan jóvenes.
El 13 de marzo pasado en Teotihuacán, Estado de México, murió Norma Lizeth de 14
años por un traumatismo craneoencefálico, derivado de los golpes que le propinó su

compañera Azahara Ailyn durante una pelea afuera de la escuela secundaria, y que además
fue videograbada y subida a las redes sociales. En el video se puede observar y escuchar a
los espectadores que no hacen nada por detener la golpiza, a pesar de que Azahara golpeaba
sin piedad con una piedra en una mano y en la otra lleva un puño de metal que le rodea los
nudillos. La joven está vinculada a proceso y esperando una pena máxima que puede llegar
a los 5 años.
El 24 de marzo, en Florida, EE. UU., Aiden Fucci de 16 años, es sentenciado a
cadena perpetua después de declararse culpable de asesinar con más de 100 puñaladas a su
compañera de Tristyn Bailey, ella tenía 13 y Aiden 14 años en el momento del crimen.
Cámaras de videovigilancia captaron a los dos chicos caminando juntos hacia el bosque,
después de la medianoche del 9 de mayo del 2021, esa fue la ultima que se vio a la niña con
vida. Luego otra cámara capta a Aiden corriendo solo en la misma zona.
El 4 de abril se difundieron las imágenes de la cámara de vigilancia de una guardería
del municipio de Cotoca en el Perú, que tomó la agresión a un niño de 1 año y medio por
parte de su compañero de 2 años, en el video se observa como el pequeño golpea con
juguetes, con una silla y muerde al más pequeño. La única persona que lo defiende es otra
pequeña de 5 años que se encontraba en el salón. El pequeño aprovechó la media hora que
los dejaron sin supervisión por parte de un adulto. El bebé agredido tuvo consecuencias
físicas graves y el menor agresor es inimputable por su edad.
Tres casos en los que las y los adultos están totalmente fuera de la escena y sin
ninguna responsabilidad, pero las redes arden en condenas contra los menores infractores.
Y como Víctor Frankenstein que le dice a su creación: “¡Monstruo abominable…!
¡Eres solo un demonio, y las torturas del infierno serían castigo demasiado dulce para los
crímenes que has cometido! ¡Maldito demonio! ¡Y me reprochas tu creación! ¡Ven, para
que pueda apagar la llama que encendí de un modo tan imprudente!”

A Dark Frankenstein. A.I. Bing. Promt: Ilaciones. 2023