69. Poemas de Isaías Alanís con obra gráfica del maestro Leonel Maciel

Audio: El poeta en su propia voz

1

Tus ojos en blanco

veo y escucho la música de tus esferas

las corrientes de tus labios

el pulso de tu lengua

no hay caminos para llegar a ti

solo tu boca, estallido

granada de salivación mortal

honda que vuela y cae

que lanza la lengua y se desmaya

de sed coral y táctil,

besa y lame, chupa y repta

no hay salvación frugal

todo es puerta, puente: beso.

2

Tendidos y exhaustos

que palabra más inverosímil

para nombrar tus besos

y los míos en un caudal de labios

valvas, sueños de mar

y hortalizas marinas

que producen ostras,

conchas de terciopelo cálido

y esa frugal desesperanza por el origen

que nos invita a morder,

husmear los centros

donde la tierra se expande

y tu cuerpo y el mío

son el puente, la levadura

del sol que no nace.

3

No está de más

acariciarte antes

de cruzar el navío

de tus muslos en flor

dejarme llevar por sus afluentes

perder peso y soledad

ganar en tiempo y espacio

antes de naufragar y volver

a regresar al punto inicial

y reventar en llamas tu deseo

y entrar y salir de ti y de mi

como dos sentenciados gemelos

ilesos y gozosos con la rosa de fuego

en nuestros labios.

4

Cifrado con leches está tu nombre

en el centro de mi cuerpo.

Tasca, pule, succiona, sana

esta soledad de ser inútil

larva amaestrada y lenta,

erguida serpiente sin aliento

que declara la guerra al placer

y la vida a su silencio.

No pares, fiera vestal y acompañada

dedícate a lo tuyo que lamer

es tu ejercicio y deleite

tierna donadora de leche

viértete en mí y canta sin aliento.

5

Me arrodillo ante tu huerto

qué delicia de clima y universos

encuentro cuando te penetro

que datilado sabor a sal revuelta con miel

a vainilla y canela remolida

golpea mi lengua y la entumece.

No hay centro donde la gravedad se rompe

solo el callado sabor de tus labios

y el sonido perplejo de tus aguas

me circundan y aletean

como un pájaro herido

en busca de su flama.

6

Arrodillado en ti reposo,

eres el campo donde mora el otoño

abierto a mis labios desnudos,

bebo en sus aguas, me colmo en su vacío

nado en sus caracolas olorosas a miel virgen

a leche de rosas en los labios del Nilo.

Te recorro y no te alcanzo

te cubro y desapareces

te descubro y avanzo hacia tu centro

esbelto, dominado sin saber

que tus labios son el huerto.

7

En verdad os digo

que tus labios inferiores

son en verdad divinos

como los labios con que escribo tu nombre

verbo que encalla sonriente

en tu garganta y resucita en la mía

doble misterio de luces

en que la rosa no es rosa

y en el nombre de tus labios

la verdad sin voz

resucita en un beso

detenido en tu abismo

ni tuyo ni mío: menos de dios.

8

Besa, lame, es tuyo

de nadie más

hunde tu lengua

te pertenece

aunque tampoco sea mío

Y de nadie más

Trinca, duérmete

cierra los ojos

hasta ponerlos en blanco

Y sorbe y búscale

la cuadratura al circulo

Rodéalo, enséñale el camino

abre sus venas

hincha sus climas

Dale ternura, pan, saliva

y mátalo

Te pertenece

es tuyo aunque no sea mío

no te preocupes, amada

Y de nadie más.

9

No hay caminos para llegar a ti

solo el silencio, ausencia de sonido

me conduce a su rivera.

Te veo en la negrura intacta,

dormida en su lecho de párpados

reposa su centro sin senderos

su gruta sin veredas.

Un camino que serpea y no existe

una gruta sin fondo que me atrae

cierra y abre sus corolas

de flor carnívora

que me deglute gozosa

en silencio, sin hablar.

10

Resucitas si bebes

me muero si te absorbo

esa pequeña muerte

que te roba y aclama

que te quita las ansias

y de tuerce el sentido.

Te complica las ganas

y se gana con ritmo,

el que nace del tuyo

y el que muere en el mío.

Somos dos corazones

en la lengua reunidos,

me das y te doy

en dos labios reunidos:

Si me bebes te bebo.